lunes, 6 de enero de 2014

La vida es buena.


Es bueno pensar, a veces, que la vida es buena. No es perfecta. Tampoco es buena todo el tiempo. Pero me gusta pensar, en medio de todas las incertidumbres, de las cosas incompletas y los planes que todavía no se concretaron, que la vida es buena.

Dios tuvo la buena idea de darnos amigos. Desde aquellos tiempos de David y Jonatán hasta hoy, los amigos vienen a complementar nuestra vida. Porque nos hacen reir, o nos escuchan, o nos hacen sentir que tenemos una familia muy grande, llena de gente rara, curiosa, divertida, que se especializa en crear buenos momentos.

Sí, la vida es buena. Porque tenemos suficiente. Porque podemos ayudar a otros. Porque podemos soñar y el cielo es el límite. Los caminos se abren por delante y son infinitos. Solía pensar en todas las vidas que no voy a vivir (sí, aceptémoslo: no voy a ser nadadora profesional ni niña prodigio, ya pasó), pero creo que prefiero pensar en todas las vidas que sí voy a vivir. Sí, porque la vida y el mundo son grandes, llenos de caminos por caminar, gente por conocer, vida para vivir.

Sin embargo, los buenos momentos también se acaban, y muchas veces la vida vuelve a ser algo monótono, aburrido: un universo por el que vamos pasando sin pena ni gloria. Y hoy, 6 de enero, sé que voy a tener muchos de esos momentos durante este año. Aún así, creo que todo pasa por una cuestión de perspectiva.

Hay un texto en la Biblia que da un giro de 180° en nuestra forma de percibir la vida, y que personalmente pienso tener presente durante todo este 2014. Está en Hageo capítulo 1:


Entonces vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:

Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta?
Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos.
Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos.
Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová.
Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice Jehová de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa.
Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos.
Y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.
Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová.
Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová.
Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío.

Hageo 1:3-15



El planteo de Dios es bastante simple: no esperes estar satisfecho cuando es tu propia vida, tu trabajo, tu tiempo lo que manda. Cuando la casa de Dios está descuidada. Cuando tu servicio está descuidado. Cuando todo es más importante que darle tiempo a Dios.

Y no se trata de internarse en la iglesia. La casa es nuestra vida, y el templo de Dios es tu relación con Dios. ¿Qué lugar tiene cada cosa? ¿El tiempo de Dios es el que me sobra? ¿Las fuerzas para Dios son las que quedan después de hacer lo que creo que me satisface? Si hay una regla que aprendí con el tiempo y a las malas, es que cuanto más le dedico a Dios, más tengo para mí. No tiene lógica dentro de nuestras estructuras y generalmente tendemos a hacer todo lo contrario: "necesito más tiempo para mí". Y el tiempo se escurre como arena entre los dedos. Nunca alcanza.

Tal vez sea el tiempo de repensar algunas cosas. Tal vez hoy, 6 de enero, junto con los sabios de oriente, nosotros podamos decirle a Dios que este año queremos que la vida sea buena. Y que por eso es tiempo de reedificar nuestra relación con Él.