jueves, 14 de abril de 2011

click!

dicen que es una de esas palabras cuyo significante no es tan arbitrario, porque nos remite al sonido de lo que describe.
click.

¿quién dijo que no es arbitrario?
y no me refiero al click del mouse, tan familiar que nos resulta prácticamente imperceptible.
me refiero a ese otro click. cuando el click es adentro nuestro, esa extraña sensación de que llegamos a un punto sin retorno. el árbol cuya rama está doblada, sacudida por vientos y lluvias... hasta que hace click. no se cae al instante, pero todos sabemos que no es más que cuestión de tiempo hasta que lo haga.
esa insalvable inevitabilidad de lo inevitable.

en la vida todos hacemos click de tanto en tanto.
a veces es imperceptible. una palabra, una mirada, una sensación. click.
otras veces resuena como un trueno, imposible de ignorar, imposible de pasar por alto. click.

ah! pero lo que siempre sabemos es que ya no hay vuelta atrás. solo es cuestión de tiempo.


click!

jueves, 7 de abril de 2011

mamá impermeable

Llovía bastante, el otro día.
Un techo en la esquina donde paraba el colectivo ofrecía un reparo para los que tuvimos que vencer la fiaca mañanera (que ya era de mediodía a esa altura) y enfrentar el mundo (aunque en realidad, en ese momento creo que la única que había vencido la fiaca y se refugiaba bajo el techo era yo...).

Pero entonces la ví. Llovía -doy fé de que llovía- pero ella no se mojaba.
Estaba parada en la esquina, con una campera roja, y miraba hacia una de las bocacalles (qué buena palabra, bocacalle). Me pregunté qué haría una persona bajo la lluvia, siendo que había un techo... y por sobre todo, me pregunté por qué sería que no se mojaba. Como si el agua no la afectara, como si fuera impermeable.

Pasaron algunos minutos, y ella miraba, y yo la miraba, y la lluvia caía incesante.

El colectivo tardaba en aparecer en el horizonte ficticio de calles y construcciones... cuando finalmente entendí de dónde provenían sus superpoderes.
Caminando a paso tranquilo y con su mochila a cuestas, apareció un nene regordete que cruzó la avenida para encontrarse con ella.
La saludó rápido, y los dos se fueron caminando juntos.

Claro, ahora sí todo tenía sentido: ella era una mamá impermeable.

lunes, 4 de abril de 2011

entrada n°1 al universo del universo.

no me creo una persona cibernética. aunque estoy pensando en que debería redefinir lo que considero como cibernético. este es el tercer blog que abro, tengo una cuenta de twitter, un facebook, un myspace que no uso hace siglos... me comunico via messenger, gtalk y skype. tengo dos casillas de mail en gmail, una en hotmail y otra en yahoo. ah, también tengo una página web con mi nombre.
no se me ocurre por qué esto puede ser un buen comienzo para un blog. de hecho, pienso que no lo es. es bastante malo.

la razón para abrir otro blog entonces... creo que eso es algo que vale la pena aclarar. Y es en realidad bastante simple: de mis blogs, uno es privado, y el otro no tiene nada interesante. Ni siquiera el nombre. Completamente insalvable.

Y lo que pasa alrededor mío cada día realmente merece ser contado.
No es que mi vida sea interesante... es más bien que el mundo es interesante. Millones y millones de personas viviendo sus historias, tratando de llegar a algo, buscando algo. La belleza de la vida, simple como es.

Hoy había un chico sentado al lado mío en el colectivo. Yo leía mi libro, pero de reojo podía verlo escribir en un papel. El chico, de traje y muy arreglado, garabateaba algo con lapicera azul sobre un pedacito de papel. Íbamos sentados en la última fila del colectivo, yo del lado de la ventanilla izquierda, y él al lado. Adelente mío había otra chica sentada; sólo me acuerdo de que tenía un saco verde agua.
Cuando la chica se levantó, el muchacho a mi derecha estiró el brazo e intentó darle el papel. Ella no lo vió y se bajó, completamente inconsciente de que acababa de romper un corazón, de que acababa de derrumbar todas las ilusiones casuales de ese oficinista que quería salir de la rutina.
El chico guardó el papel, y siguió escribiendo cosas en su celular... tal vez pensando en qué rápido todo puede empezar y acabar.

La vida, como decía, y su belleza.
Y su oscuridad,
Y sus vueltas,
Y su preciosa y perfecta inevitabilidad de ser vivida.